1 Corintios 13: Desde la inmadurez, creciendo en amor

Mi hijo menor a menudo declara que me ama mucho más de lo que yo lo amo a él. A veces bromeamos al respecto, comparando el extravagante alcance de nuestro amor. Otras veces lo dejo ir con una sonrisa ante su comprensión inmadura de cuán grande es el amor de un padre por su hijo.

Los niños tienen una visión diferente del mundo. Sus cuerpos y mentes están creciendo y desarrollándose. Los niños también expresan la fe de manera diferente. A veces encontramos desafiante su forma particular de expresión, como el flujo constante de «¿Por qué?» o el comentario no tan silencioso del niño de tres años durante una pausa silenciosa en el servicio dominical. A veces es delicioso. El niño que se apresura a encontrarte en la puerta principal constituye una muy cálida bienvenida. Las oraciones directas de los niños a menudo nos avergüenzan a los adultos por su confianza descarada en su Padre Celestial.

Cuando Pablo compara la inmadurez de un niño con la madurez de un adulto en 1 Corintios 13, está enfatizando la naturaleza perdurable del amor.

Es parte de un argumento más amplio sobre la unidad del pueblo de Dios y la forma en que debemos actuar cuando nos reunimos.

Los cristianos de Corinto se estaban perdiendo debido a todas sus diferencias. Algunos tenían grandes e impresionantes dones; otros no. Había falta de orden, falta de propósito claro, falta de unidad cuando se reunieron. Pablo les recuerda que hay diferentes tipos de dones, pero es el mismo Espíritu el que los da (1 Corintios 12: 4). Hay diferentes formas de servir y contribuir, pero todas son necesarias (1 Corintios 12:15, 27). Dios tiene un propósito glorioso en todas estas diferencias, es para el bien común (1 Corintios 12: 7, 18).

La forma más excelente de avanzar con todos estos diferentes dones es el amor. ¿Y cómo es el amor? Es paciente, amable, no envidioso ni jactancioso, no orgulloso, no egoísta, no se enoja fácilmente, se deleita en la verdad, siempre protege, confía, espera, persevera (1 Corintios 13: 46). El amor nos mantiene apuntando en la dirección correcta mientras esperamos que Jesús regrese, y lo vemos cara a cara.

Entonces, «conoceremos plenamente, como yo soy plenamente conocido» (1 Corintios 13:12). Tendremos una comprensión nueva, madura y completa que no es posible ahora. No hay nada de malo en nuestra inmadurez actual, aunque tiene sus desafíos. Es difícil tener paciencia con otros que son diferentes, con personas de diferentes edades, que pueden expresar su fe de manera diferente, que pueden hacer preguntas difíciles, a veces en el momento inconveniente.

Mi hijo tiene una comprensión deliciosamente inmadura del amor. Él crecerá, superando eso. No tiene menos valor por su inmadurez. Sin embargo, es bueno que siga creciendo. Afortunadamente, nuestra «inmadurez» tampoco durará.

Anhelamos ese día en que veremos a nuestro Salvador cara a cara, y toda la niebla de la inmadurez se disipe. El amor mutuo es la forma en que demostramos nuestra fe mientras esperamos. El amor cubre todas las arrugas, brechas, debilidades de nuestra experiencia actual de reunirnos como pueblo de Dios, jóvenes y viejos. ¿Qué clase de amor es este? Ha de ser la clase que recuerde cada parte del cuerpo, incluso las menos presentables. El tipo de amor que se preocupa con abnegación por el hermano más débil, el inmaduro, el más pequeño de ellos. Amor que nunca falla.

Canon Craig Roberts, director ejecutivo, y sus colegas de Anglican Youthworks en Australia, proporcionaron la serie de devocionales Levanten sus Corazones para el mes de marzo de 2021. La devoción de hoy fue escrita por Annemarie Rivers.