Viviendo a la luz del día del Señor

2 Pedro 3: 1-18

La perspectiva es un aspecto importante de la vida. Dicta la forma en que abordamos los temas y cómo hacemos nuestras vidas, sin embargo, a menudo, no nos tomamos el tiempo para analizar qué es lo que realmente creemos o cuál es nuestra fuerza motriz. En sus dos epístolas, el apóstol Pedro destaca con fuerza cuáles son las creencias y los principios clave del cristianismo, fortaleciendo a los creyentes para que cultiven y mantengan una creencia y una conducta piadosas. 

En el último capítulo de la segunda carta, Pedro aborda más directamente la enseñanza sobre el día de Yahveh. Es un tema al que alude en numerosas ocasiones en sus dos cartas. Por ejemplo, en 1 Pe 4:7 dice que «el fin de todas las cosas está cerca. Por tanto, tened la mente clara y el dominio propio para poder orar».  Asimismo, en 2 Pe 2:9 dice: «... el Señor sabe rescatar a los hombres piadosos de las pruebas y retener a los injustos para el día del juicio». Estos versículos ponen de manifiesto que el fin de las cosas y el inminente juicio de los impíos asociado al día de Yahveh es inminente. Esto ciertamente se hace eco de las palabras de Cristo a sus discípulos, especialmente en Mateo 24 y 25: palabras que Pedro había oído expresar a Jesús y que ahora se habían convertido en una parte importante de su forma de ver la vida.

Al observar nuestro pasaje de reflexión, se destacan varias cosas. Cuando vivimos a la luz del Día del Señor nosotros:

1. Demostramos la certeza y la confianza que tenemos en la palabra de Dios (VV 3-7)
2. Nos sentimos motivados a abrazar el arrepentimiento y a vivir una vida piadosa (vv 11-12)
3. Alimentamos la visión de que la vida tal y como la conocemos es temporal y de ahí la necesidad de estar alerta y ser sobrios (v. 13)
4. Nos aferramos al hecho de que Dios tiene la última palabra, independientemente de los desafíos que puedan surgir en nuestro camino.