1 Juan 3:11-15 - No seas como Caín

«No como Caín que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas» 1 Juan 3:12.

Después de tres años de aprender a preparar sermones expositivos, por fin llegó el momento en que se permitió a los estudiantes de teología predicar en el servicio semanal de la capilla. Con la asistencia de varios centenares de estudiantes y docentes, era un contexto difícil para empezar. Un año, nos sorprendió una estudiante al que todos conocían como callada. Cuando llegó el momento, se lanzó a pronunciar un sermón experto y enérgico. Su voz era imponente. La exposición estaba salpicada de vívidas historias e ilustraciones del mercado del lugar. Sus puntos se repitieron hábilmente y se acompañaron de preguntas desafiantes que exigían una respuesta. Los oyentes estaban animados y comprometidos. Cuando se sentó, nadie dudaba de lo que había sido llamada a hacer. 

La estudiante había pronunciado un sermón apasionante de una manera que exigía una respuesta de los oyentes en su propia cultura. De la misma manera, 1 Juan puede considerarse un sermón de entrega oral diseñado para los oyentes de las culturas judía y grecorromana del siglo I. Cuando se lee en voz alta en griego neotestamentario, las cadencias de la voz suben y bajan poéticamente, y las palabras principales se enfatizan y repiten para que no se olviden. 

Sin embargo, Juan utiliza algo más que la repetición para ayudar a sus oyentes a recordar los puntos principales. Todo el sermón está organizado en torno a una idea principal. Se trata del relato de los primeros hermanos, Caín y Abel, de Génesis 4:1-16. Se le da un lugar central en el sermón (1 Juan 3:11-15). La primera mitad se orienta hacia este mensaje y la segunda se aleja de él, repitiendo las ideas de la primera mitad y añadiendo profundidad y explicación en la segunda. En términos literarios, este método de estructuración del material se conoce como quiasmo.  

Ante la falsa enseñanza en la iglesia y las consiguientes divisiones, odio y persecución, Juan utiliza un método judío para explicar lo que está sucediendo. Su sermón es como un midrash profético, o una interpretación de los acontecimientos actuales a través de los antiguos temas de la Torá. Interpreta el conflicto causado por los falsos maestros (1 Juan 2:19) a través de la historia de Caín y Abel.

En 1 Juan 3:10, Juan recuerda a sus oyentes que los nacidos de Dios se aman unos a otros. En el v.11 repite que el amor es el mensaje que habían escuchado «desde el principio» (1 Juan 1:1) y en el v.12, ilustra su punto a partir de Génesis 4:1-16. Caín cedió a la tentación de pecar y asesinó a su hermano (Génesis 4:8-9). Así, demostró que era «del maligno» porque sus «obras eran malas» (v. 12). Abel, en cambio, era «justo» (v. 12) y Caín lo asesinó por esta misma razón. 

A continuación, Juan da una aplicación. El mundo odia a los justos. Por lo tanto, la iglesia no debe «sorprenderse» si es odiada por los falsos maestros (v.13). La diferencia entre ellos es una cuestión de quién tiene vida eterna. Los que aman muestran que han «pasado de la muerte a la vida» (v. 14). Los que odian, muestran que son realmente lo mismo que Caín, que era un asesino (v.15). Ellos «permanecen en la muerte» (v14) y no permanecen en la vida eterna (v. 15). Como explica Calvino: «Porque en ... los hijos del diablo el odio reina y ocupa, por así decirlo, el lugar principal en su vida» (p. 216). 

Juan nos llama a aplicar la lección aprendida de Caín y Abel a nuestras propias vidas. No nos dejemos abatir por la oposición que podamos encontrar, sino que reconozcamos de dónde procede y sigamos caminando en el amor, como hizo el justo Abel (Heb. 11:4).