1 Juan 4: 1-6 - Poner a prueba los espíritus

Amados, no crean a todo espíritu, sino prueben los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo (1 Juan 4:1 NBLA).

Uno de los estudiantes de tercer año llegó a una clase de exégesis bíblica el lunes por la mañana en un estado de confusión. El domingo, un pastor había predicado un sermón sobre la redención de los primogénitos a partir de Números 4:40-51. Dijo a la congregación que cada persona debía traer dinero el domingo siguiente para redimir a sus familias. La razón de esto, explicó, era que la muerte de Jesús en la cruz no es suficiente para salvarnos a nosotros o a nuestras familias. También tenemos que pagar el dinero requerido en Números para obtener la redención. Entonces calculó la cantidad en moneda local, según el «siclo del santuario». Llegó a una suma considerable. Nuestra estudiante se angustió. Sabía, por sus estudios exegéticos de Números, que se trataba de una aplicación incorrecta del pasaje. Sin embargo, quería respetar y obedecer a su pastor. ¿Qué debía hacer?

El problema para esta estudiante no era que no pudiera reconocer la enseñanza incorrecta, sino que estaba totalmente confundida de que esta enseñanza pudiera venir del púlpito de su iglesia. No estaba en guardia contra los falsos maestros. En esta sección, Juan llama a sus oyentes a prepararse para distinguir entre el falso espíritu del mundo y el verdadero Espíritu de Dios.

En 1 Juan 2:18 Juan recordó a la iglesia que es la «última hora» o el tiempo entre la primera y la segunda venida de Jesús durante el cual habrá muchos falsos maestros. En el v.1, Juan explica que ya hay muchos «falsos profetas» en el mundo. Estos son el «espíritu del anticristo» que había sido profetizado y que ahora ha aparecido (v.3). Por lo tanto, Juan insta a la iglesia a protegerse de los falsos profetas.

Para ello, es importante que no «crean a todo espíritu» (v. 1). Toda enseñanza que reciban debe ser sometida a la prueba de la verdad. En el v.2 Juan les recuerda el contenido de esta verdad. «Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne procede de Dios». La esencia de la verdad es el reconocimiento de que Jesucristo se hizo humano para revelarnos a Dios (Juan 1:14). Por lo tanto, no podemos conocer a Dios, ni vivir en comunión con él, fuera de Jesucristo. Por el contrario, «todo espíritu que no confiesa a Jesús no es de Dios» (v. 3). Este es el espíritu del mundo. 

La realidad es que los creyentes son nacidos de Dios (v.4) y permanecen en él (1 Juan 3:24). Por lo tanto, ya han vencido a los falsos profetas por el poder de Dios, porque «el que está en vosotros es mayor que el que está en el mundo» (v.4). 

Los predicadores del mundo hablan como el mundo habla. Niegan el poder salvador de Jesucristo y, como en nuestra ilustración, añaden algo a la salvación. Sólo los que son del mundo los escuchan (v.5). Como escribe Calvino: «La inmensa multitud a la que el Evangelio no es aceptable no escucha a los fieles y verdaderos siervos de Dios, porque están alejados de Dios mismo» (p.236).  Sin embargo, los hijos de Dios son diferentes. Los que tienen el Espíritu de Dios escuchan la enseñanza apostólica sobre Jesús (1 Juan 1:1-3). Se aferran a la palabra de Dios y la obedecen (v. 6).

¿Cómo podemos entonces diferenciar entre los verdaderos y los falsos profetas en nuestros tiempos? Juan es bastante claro en el v.6. Podemos reconocer a los que conocen a Dios por su actitud ante la palabra de Dios. Reconocen la autoridad de la palabra y se someten a ella. Los falsos profetas no lo hacen.