1 Reyes 16: 'Llegará la justicia'

¿Anhelas la justicia?

Si has sido agraviado o has visto a otros agraviados, orarás para que venga la justicia.

Por eso es bueno que Dios sea un juez justo y recto, y que llegue el día en que juzgue a los vivos y a los muertos.

Sin embargo, mientras esperamos su regreso, vemos momentos en los que Dios se sirve de la maldad de los humanos para hacer justicia.

Al ver el final de 1 Reyes 15 y el resto del capítulo 16, veremos una larga línea de reyes malísimos en las tribus del norte de Israel.

Ellos provocarán la ira de Dios, y él utilizará su maldad para hacer justicia.

En el capítulo 15 leemos del rey Nadab, que gobernó durante dos años, pero hizo el mal como su padre, versículo 26.

Pero fue asesinado por el hombre que gobernaría después, Baasa hijo de Ahías, versículo 27.

Pero la matanza no se detuvo ahí, versículo 29, pues Baasa, «masacró a todos los descendientes del rey Jeroboam, para que nadie de la familia real quedara con vida, tal como el SEÑOR había prometido acerca de Jeroboam por medio del profeta Ahías de Silo».

Pero ¿por qué sucedería esta cosa terrible, y por qué estaría involucrado el Señor Dios?

La respuesta está en el versículo 30: «Así ocurrió porque Jeroboam había provocado el enojo del SEÑOR, Dios de Israel, con los pecados que había cometido y los que hizo cometer a Israel».

Incluso en este acto malvado, el Señor sigue actuando en su universo.

Porque, el Señor le dijo a Jeroboam que el juicio vendría sobre él y toda su familia por la forma en que había alejado a su pueblo del Señor.

Y ahora ha sucedido, con la voluntad pecadora y malvada de este rey psicópata que, sin saberlo, empuña la espada en nombre del Señor.

Una vez más, vemos que Dios tiene el control de absolutamente todo, incluso del mal, y sus juicios y su justicia son buenos y justos.

Baasa gobernó durante 24 años, pero era realmente malvado, y el Señor no hizo la vista gorda.

Por el contrario, le habló a través de un profeta, versículo 2 del capítulo 16, donde declaró que la justicia y el juicio caerían sobre él y su familia.

Entonces el rey Baasa murió, y su hijo Elá se convirtió en rey, hasta que, verso 9, Zimri lo mató a él y a toda la familia real, verso 11.

Y el Señor se valió de esta maldad para llevar a cabo el juicio que había prometido y que fue merecido, por lo mucho que habían hecho enojar al Señor.

Pero las cosas no van tan bien para el rey Zimri, porque luego es atacado por el resto del ejército, versículo 16, lo que lo lleva a quitarse la vida, versículo 18.

Después de una breve guerra civil, Omri se convirtió en rey de todo el Norte, y reinó durante 12 años, haciendo el mal a los ojos del Señor, versículo 25.

Luego le sucedió su hijo Ahab, que reinó 22 años, y los versículos 31, 33: «Y como si fuera poco haber seguido el ejemplo pecaminoso de Jeroboam, se casó con Jezabel, hija del rey

Et-baal, de los sidonios, y comenzó a inclinarse y a rendir culto a Baal. […] Ahab hizo más para provocar el enojo del SEÑOR, Dios de Israel, que cualquier otro de los reyes anteriores de Israel».

Cuando presenciamos un mal como éste, tenemos la tentación de pensar que el Señor está distante y ausente, y que la justicia nunca llegará.

Sin embargo, él estuvo presente y activo, incluso en la mayor injusticia de todas... la crucifixión de Jesús el Cristo.

Porque, como predicó Pedro en Pentecostés, «pero Dios sabía lo que iba a suceder y su plan predeterminado se llevó a cabo cuando Jesús fue traicionado. Con la ayuda de gentiles sin ley, ustedes lo clavaron en la cruz y lo mataron; pero Dios lo liberó de los terrores de la muerte y lo volvió a la vida, pues la muerte no pudo retenerlo bajo su dominio..» (Hechos 2:23-24)