Amor Conyugal

El segundo propósito mencionado en el servicio es el gozo mutuo del esposo y la esposa y la ayuda y el consuelo que se brindan mutuamente en la prosperidad y la adversidad.
He titulado este propósito “amor conyugal”, aunque la palabra amor no aparece en el texto que acabo de citar. La palabra amor, en nuestro idioma, cubre una multitud de relaciones. C.S. Lewis escribió un famoso libro sobre Los cuatro amores, que identificó como:

  • afecto familiar
  • deseo sexual (eros)
  • amistad, y
  • El amor de Dios (agapē)

Entonces, ¿qué tipo es el que encontramos en el matrimonio? Yo diría los cuatro, y se experimentan de diferentes maneras a lo largo del tiempo.
En el curso normal del noviazgo al matrimonio, se despierta el deseo sexual. El ojo del/(de la) amante se fija en la/el amada/o y dice: "Esta/e es la/el indicada/o para mí, y la/lo quiero para mí". Durante el período de esponsales, el intenso deseo por el otro se amplía, conectando con la familia del otro e imaginando una familia propia. Los amantes, deseando compartir todo, se hacen amigos y encuentran una intimidad que eventualmente incluirá el sexo, pero va más allá de él. Finalmente, los cristianos ven en todo este proceso la mano amorosa de Dios, guiándolos hasta el día de la boda y más allá.

Y eso es sólo el comienzo. El día de la boda el deseo sexual se cumple con gozo mutuo y se transforma en una práctica que la Biblia describe como un "sello tan fuerte como la muerte". El vínculo sexual se convierte en la base para el florecimiento de otros amores, ya que los esposos y las esposas se convierten en amigos, ayudantes y padres. En la vejez, la pasión sexual puede retroceder, pero el amor conyugal permanece.

Esto nos devuelve al amor conyugal y al amor de Dios. En su gran himno al amor, San Pablo dice: "El amor nunca se acaba". El esposo y la esposa se comprometen a amarse hasta la muerte. Este no es un llamado a la resistencia estoica sino al perdón humilde. Así es como lo expresa el novelista estadounidense William Faulkner:

... marido y mujer no necesitaban hablar palabras el uno al otro, no solo a causa del viejo hábito de vivir juntos, sino porque, en ese instante lejano, al menos considerando el largo y miserable tramo de sus vidas humanas, a pesar de que sabían en el momento que no iba a durar ni podía durar, se habían tocado y convertido en Dios cuando voluntariamente y por adelantado se perdonaron el uno al otro por todo lo que ambos sabían que el otro nunca podría ser.
William Faulkner, "El fuego y el hogar", en Go Down, Moses (1940), págs. 107-108.

Creo que el retrato de Faulkner toca el carácter del amor conyugal como una forma de discipulado cristiano, o lo que un autor llama "una larga obediencia en la misma dirección".

Oración
Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor de Dios entre nosotros, que Dios envió a su único Hijo al mundo para que vivamos por medio de él. En esto está el amor, no que hayamos amado a Dios, sino que él nos amó y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
(1 Juan 4: 7-11)