Dando el Relevo

El capítulo 2 de 1 Reyes narra cómo, cuando el gran rey David se acercaba a la hora de su muerte, convocó a su hijo Salomón, a quien iba a legar la responsabilidad de convertirse en el próximo rey de Israel. 

 «Yo voy por el camino de todos en la tierra. Sé, pues, fuerte y sé hombre. Guarda los mandatos del SEÑOR tu Dios, andando en Sus caminos, guardando Sus estatutos, Sus mandamientos, Sus ordenanzas y Sus testimonios, conforme a lo que está escrito en la ley de Moisés, para que prosperes en todo lo que hagas y dondequiera que vayas» 1Reyes 2:2-3 (NBLA)

El rey David había vivido una vida plena. Lo había visto todo y lo había hecho todo, y se había ganado merecidamente el derecho a aconsejar a su hijo lo que tenía que hacer para ser un rey de éxito, especialmente ahora que dejaba atrás una nación unida y próspera, a pesar de sus muchos defectos.

Es digno de mención que, de toda su sabiduría acumulada y su vasta experiencia en el liderazgo, el consejo del rey David al joven rey fue un serio ruego para que observara lo que el Señor Dios requiere. Simplemente le encargó a Salomón que caminara en obediencia a Dios y que guardara sus decretos y mandatos, sus leyes y reglamentos, tal como están escritos en la Ley de Moisés.

Y esto pone de relieve la vida que había llevado David. ¿Su vida era un ejemplo?

1. Lo que el Señor requiere (Mi sacrificio, oh Dios, es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y contrito tú, Dios, no lo despreciarás. Salmo 51:17).
2. ¿Qué significa caminar en obediencia? (Felices los que obedecen al Señor, los que viven según sus mandatos. Salmo 128:1)
3. ¿Fue uno que guardó los decretos y mandatos, las leyes y los reglamentos del Señor tal como están escritos en la ley de Moisés? (He escondido tu palabra en mi corazón para no pecar contra ti. Salmo 119:11)

Aunque las Escrituras no han evitado enumerar los graves pecados que el rey David cometió contra el Señor y las consecuencias que sufrió como resultado, su vida se caracteriza por su regreso a Dios en arrepentimiento y confianza cada vez que era confrontado por el pecado en su vida. Hechos 13:22 registra que «....... el Señor hizo rey a David y testificó acerca de él: 'He encontrado a David hijo de Isaí, un hombre según mi corazón; él hará todo lo que yo quiera que haga’».

Dado que de tal manera el Señor testificó acerca de David, podemos deducir que su propio hijo que vivía con él en el palacio, debió ser testigo de su vida de primera mano y de ahí el encargo en el lecho de muerte de David para que «observara lo que el Señor, tu Dios, requiere: Camina en obediencia a él, y guarda sus decretos y mandatos, sus leyes y reglamentos, como están escritos en la Ley de Moisés».

Hay una necesidad urgente de que nosotros, en el cuerpo de Cristo, nos demos cuenta de que los niños que están a nuestro cuidado en este momento, un día nos tomarán el relevo... y antes de lo que pensamos. Es entonces crítico que, en primer lugar, se priorice la formación de la vida espiritual de los niños cuando todavía son de temprana edad y no se retrase hasta que estén a punto de asumir posiciones de responsabilidad. En segundo lugar, la comprensión de que seremos reemplazados de nuestros puestos actuales por niños que están aprendiendo de nosotros esos roles, debe hacernos identificar con el Apóstol Pablo cuando dice en 1 Corintios 10:31, «Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. 32 No sean motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la iglesia de Dios; 33… para que sean salvos».