Deuteronomio Capítulo Nueve

Hace algunos años, me regalaron un libro de lecturas diarias por C. S. Lewis y me sorprendió bastante descubrir que el tema del ‘orgullo’ surgía día tras día. Hubiera pensado que un día o dos sobre el tema serían suficientes, pero el tema continuó durante un par de semanas. Lewis llama al orgullo "el vicio esencial, el mayor mal" y "la principal causa de miseria en cada nación y cada familia desde que el mundo comenzó". Continúa explicando que una de las razones por las que Dios busca nuestra humildad es para liberarnos de la vida miserable de “posar y hacer poses”.

Deuteronomio 9 es una lección sabia y apacible de humildad, la quinta "faceta" del "diamante" del pacto que el Señor le ha dado a Su Novia, a Su pueblo. (Hasta ahora, hemos visto las facetas de Su gracia, singularidad, exclusividad y nuestra dependencia). Este capítulo comienza con la tarea imposible (para ellos) de tomar la tierra y continúa describiendo al Señor quien seguirá delante de ellos y lo hará posible (9: 2-3). Moisés refuerza esto, diciendo, el “Señor seguirá delante” de ellos. Y “Él destruirá ... Él someterá ... ... los expulsará ... como ...... prometió”(9: 3).

Luego viene el peligro para la gente: el orgullo. No precisamente que se sentirían haber logrado la victoria, sino haberla merecido. El peligro es que pensarán que es "por mi justicia" (9: 4). Y de una manera casi hilarante, el Señor dice “no”, sino es por tu maldad, "no es por tu justicia", así que "entiende entonces que no es por tu justicia" (9: 4-6)! ¿Estás empezando a entender?

Me pregunto si alguna vez se nos viene a la mente que fuimos salvados por Jesús por algo honorable en nosotros, o que nuestra respuesta a Él fue digna de alabanza o que nuestra vida desde entonces ha sido ligeramente superior a la vida de una persona promedio. Estos versículos de Deuteronomio tienen un eco poderoso en Efesios 2, donde se nos recuerda lo que fuimos y en lo que nos hemos convertido, por gracia, de principio a fin. Y esto no nos aplasta (ni destruye la autoestima), sino que nos llena de asombro por Su misericordia y bondad que da más de lo que podemos imaginar. Su amor por nosotros es un ancla que nadie (incluidos nosotros mismos) puede producir.

En Deuteronomio 9: 7-29 (durante veintitrés versículos) Moisés luego relata los trágicos eventos en el Sinaí cuando el pueblo de Dios, en su "luna de miel" con Dios, fue y se prostituyó con un ídolo. Como alguien ha dicho, Moisés les muestra que lejos de ser un pueblo de "medalla de oro", de hecho son un pueblo de "becerro de oro". El potencial para pasar de Dios a un ídolo, de cantar en la iglesia a pecar en casa, de predicar Su gloria a practicar el mal es enorme.

¿Dijimos que la lección fue la humildad? ¿Y el mundo hoy desprecia la humildad y valora el orgullo? Debemos aprender que la humildad es cordura y claridad. Significa ver la grandeza y la bondad de Jesús más claramente, rastrear todo lo bueno hasta Él y regocijarse en su amor por nosotros. Nuestros corazones pueden tener las semillas del "becerro de oro" en ellos, pero Él nos ha hecho nuevos y limpios y pronto estaremos usando las coronas de oro que Él nos da gratuita- (y asombrosamente) (2 Timoteo 4: 8).

Oración
Padre Celestial, cuando nos desviamos hacia el orgullo en todas sus formas sutiles, tráenos de vuelta a nuestros sentidos y a esas alabanzas que eres digno de recibir, en el nombre de Jesús, Amén.