El Perdón: siempre parte del plan de Dios

Génesis 3

Hace unos años, se me acercó alguien que había sido profundamente herido por las acciones de su padre. A quién con razón había considerado su abogado y defensor, esa persona había abdicado de esa responsabilidad y privilegio, dejando un gran vacío en la vida de quienes lo rodeaban. Lo que empeoró la situación fue la negativa a reconocer que se había cometido algún daño. La pregunta que me hizo en medio de este dolor fue: «¿Cómo puedo perdonar a alguien si ni siquiera reconoce que ha hecho algo malo?» Esta pregunta me desafió profundamente. Podría haberle ofrecido una respuesta ‘cristiana’ muy rápida y recordarle que Dios, como su Padre celestial, nunca le defraudaría. Aunque es cierto, no habría respondido a la pregunta. Yo necesitaba llegar al mecanismo detallado del perdón y enfrentar esa pregunta de frente. Durante los próximos días, este será el tema que consideraremos juntos en oración.

Desde el comienzo de las Escrituras, ya vemos la actividad redentora de Dios en movimiento. En Génesis 3, poco después de que el pecado entra en el mundo a través de la rebelión de Adán y Eva, Dios estipula las diversas consecuencias de sus acciones. Deben dejar el huerto y separarse de la estrecha comunión que disfrutaban con el Señor. Enfrentarán dificultades ahora que el suelo está maldito. La serpiente engañosa también está maldita y la humanidad ahora enfrentará la muerte.

«Y el SEÑOR Dios dijo a la serpiente: Por cuanto has hecho esto,
Maldita serás más que todos los animales, y más que todas las bestias del campo, sobre tu vientre andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, y tú lo herirás en el talón». (Génesis 3: 14-15 NBLA)

Dios ya está parado en la brecha a favor de ellos. Él es quien hará las cosas bien. Estos versículos prometen que vendrá un descendiente de Eva y destruirá a la serpiente (Satanás); una promesa que se cumplió con la victoria de Cristo en la cruz. Desde el principio, se nos ofrece la imagen de que nuestro Dios creador es, de hecho, nuestro verdadero abogado y defensor, un papel que va de la mano con el perdón.

El perdón siempre fue parte del plan de Dios. El perdón de Dios es intencional. Es decir, el creador omnisciente no necesitaba idear un plan para hacer frente a la rebelión inesperada de la raza humana. El perdón es parte de su esencia misma y a través de él captamos un poco más de su gloria y grandeza. A Dios no le sorprende nuestro fracaso, y no debería sorprendernos que el perdón sea parte integral de su naturaleza y carácter