Ha vencido al Mundo

A menudo, la gente malinterpreta el mensaje central de la fe cristiana. Para ellos, no se trata de recibir un don extraordinario de perdón del mismo Dios que tiene todo el derecho a juzgar a un pueblo rebelde. En cambio, algunos suponen que nos colocamos en un pedestal. Que nos creemos mejores que los demás y esperamos estar exentos de las penurias materiales que otros afrontan. De hecho, sabemos que algunas iglesias abrazan erróneamente este tipo de falsa enseñanza. Dicen que venir a Cristo significa que podemos esperar una multitud de bendiciones en el aquí y ahora, y que cualquier cosa contraria significa que estamos fuera de la voluntad de Dios para nuestras vidas. Este pensamiento estaba en mi mente cuando mi madre me pidió que hablara en su funeral. Le dije lo que diría:

Juan 16:33, «Os he dicho estas cosas para que en mí tengáis paz. En este mundo tendréis problemas. Pero ¡tened ánimo! Yo he vencido al mundo».

Jesús había estado animando a los discípulos con la noticia de que el Espíritu Santo vendría en su lugar una vez que él se hubiera ido. Serían consolados y conducidos a la verdad... no se quedarían solos. La venida del Espíritu Santo después de la ascensión de Cristo al cielo no era una fórmula mágica para protegerlos de las dificultades mientras vivían sus vidas en la tierra. El Espíritu es la presencia del Dios vivo caminando con nosotros a través de esas dificultades, garantizando nuestra llegada a la gloria al final de nuestras vidas. No quería que nadie que asistiera al funeral de mi madre pensara ni por un momento que su fe era nula porque murió de cáncer a los 61 años. Jesús nunca prometió que nadie pasaría por esta vida sin daño, dolor o dificultades, pero lo que sí prometió es que ha vencido al mundo. Ha hecho un camino para que conozcamos el perdón y tengamos una compañía interminable y fiel mientras hacemos nuestro camino por la vida.

No debemos sorprendernos por el sufrimiento que podamos encontrar. Algunas personas que lean esto se habrán enfrentado heridas y dolores más allá de lo que yo mismo habría conocido. Pero lo que sigue siendo lo mismo es que servimos a un Salvador victorioso y fiel que caminará con nosotros a través de él. Ánimo, porque él ha vencido al mundo.