Josué 4: Piedras para Recordar

¿Cuándo fue la última vez que olvidó algo? Podría haber sido ayer; podría haber sido hace cinco minutos. Para la mayoría de la gente, ¡será recientemente! Tenemos alarmas, calendarios y diarios porque nos olvidamos de las pequeñas cosas a diario.

Lamentablemente, también tendemos a olvidar cosas grandes y significativas. Por eso tenemos monumentos para conmemorar tiempos de tragedia y guerra, días nacionales de recuerdo y canciones y poemas que nos llevan a reflexionar sobre hechos trascendentales que impactaron a generaciones anteriores a nosotros. En Australia, una frase que aparece en muchos de nuestros monumentos de guerra captura por qué necesitamos estos recordatorios: «Para que no olvidemos».

Se dice que el concepto en esta frase está tomado de los primeros libros de la Biblia, en los que la tendencia de los israelitas a olvidar a su Dios y, por lo tanto, su necesidad de recordar su fidelidad y poder, está bien documentada. Leemos en Éxodo que Dios había dividido el Mar Rojo en una exhibición alucinante de salvación y, sin embargo, la gente pronto anhelaba la misma vida de la que habían sido rescatados (Números 14: 1–4).
En la lectura de Josué de hoy, Dios ha dividido las aguas una vez más. Esta vez para que su pueblo pudiera cruzar el río Jordán con seguridad y comenzar su vida en la tierra que Dios les había prometido. Dios quería que recordaran este evento y que lo transmitieran a sus hijos, y sabía que iban a necesitar ayuda, ¡así que les ordenó que construyeran un monumento con piedras!

Estas piedras, tomadas del lecho del río y llevadas sobre los hombros de 12 hombres que representan a las tribus de Israel, serían un hito que generaría preguntas en la próxima generación. Las piedras debían recordar a los israelitas cómo Dios los había guiado milagrosamente a través del Jordán. Este recuerdo debía lograr dos cosas: llevarlos a tener un fiel temor de Dios; y actuar como testimonio al mundo en general de que «la mano de Jehová es poderosa» (Josué 4:24). Las palabras de Rahab a los espías en el Capítulo 2 son evidencia del impacto que los actos de Dios entre su pueblo pudieron tener en las naciones circundantes (Josué 2: 10-11).

Estas piedras también iban a ser un tema de conversación, llevando a los niños israelitas a preguntar qué querían decir. La intención era despertar curiosidad y preguntas, y así crear el momento perfecto para la enseñanza. Un niño esperaría ansiosamente a que sus padres les explicaran las maravillas que Dios había realizado mientras guiaba a los israelitas a la tierra que les había prometido a sus antepasados. Casi sin darse cuenta, un niño curioso, al recibir respuesta a su pregunta, estaría aprendiendo que el Dios de los israelitas era poderoso, presente y cumplidor de sus promesas. ¡Qué manera tan maravillosa de aprender!

Vale la pena considerar las «piedras» que existen en nuestros vecindarios, iglesias y hogares hoy en día y que pueden despertar la curiosidad en nuestros hijos, llevarlos a hacer preguntas y así aprender las majestuosas verdades acerca de nuestro Dios y Salvador. A veces, estas «piedras» son espontáneas, pero la lectura de hoy muestra la importancia de plantar deliberadamente estos recordatorios en nuestras vidas.

Permítanme sugerir que los recursos cristianos son maravillosas «piedras» que pueden generar preguntas en nuestros hijos las cuales nos brindan la oportunidad de enseñarles lo que Dios ha hecho en Jesús. Un buen libro, canción o programa cristiano puede generar esas maravillosas preguntas en nuestros hijos: «¿Qué?», «¿Por qué?», «¿Dónde?», «¿Cuándo?», «¿Cómo?» Y, gloriosamente, «¿Quién?».

Hay muchas formas en que podemos usar los objetos y recursos en la vida diaria de nuestros hijos no solo para enseñarles cosas nuevas, sino también para ayudarlos a recordar las verdades del Evangelio. Para que no olvidemos.

Canónigo Craig Roberts, director ejecutivo, y sus colegas de Anglican Youthworks en Australia proporcionan la serie de devocionales Levantan sus corazones para el mes de marzo de 2021. La devoción de hoy fue escrita por Natasha Percy.