La Trascendencia de Dios

Apocalipsis 4

La trascendencia sobrecogedora de Dios está representada por las siguientes imágenes: «Del trono salían relámpagos, voces, y truenos. Delante del trono había siete lámparas de fuego ardiendo, que son los siete Espíritus de Dios. Delante del trono había como un mar transparente semejante al cristal; y en medio del trono y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás» (4: 5-6 NBLA)

Primero, está el relámpago y el trueno. En los días previos a la bomba nuclear, ¿cuál habría sido la fuerza destructiva más poderosa a la que se podrían haber referido los antiguos? La respuesta: una tormenta eléctrica, las tormentas eléctricas oscuras, salvajes y estruendosas que acechan los grandes continentes donde, cuando estalla el trueno, todo el suelo tiembla, y cuando cae un rayo, todo el cielo se ilumina. Cuando Dios se reunió con su pueblo en el Sinaí, esto fue lo que vieron y se aterrorizaron. La naturaleza en estado crudo, la naturaleza desatada en su forma más violenta: eso es lo que rodea el trono de Dios. Pensar que uno puede caminar alegremente hacia la presencia de este Dios sería tan suicida como caminar hacia una explosión atómica, ¡no se puede!

En segundo lugar, están las siete lámparas, un reflejo del espíritu séptuple, que significa la perfección del Espíritu Santo de Dios; perfecto en sabiduría, justicia y poder. Esto nos subraya la verdad de que la forma en que la presencia de Dios puede ser comunicada con nosotros es por Su Espíritu, pero de tal manera que Dios todavía se mantiene a cierta distancia; puede encontrarse con nosotros en la tierra mientras permanece en el cielo.

En tercer lugar, está el «mar de cristal, claro como el cristal».
Esto es significativo por al menos dos razones.En primera instancia, parece crear una barrera insuperable. ¿Cómo va a acercarse Juan, quien está

todo esto, a ese trono? Mira y ante él hay un vasto mar de vidrio; luego observa el espíritu séptuple que media todo lo que hay de Dios en su creación; la siguiente es la tormenta cegadora que esconde a Dios; luego, filas concéntricas de ángeles y arcángeles e incluso después de eso, puede ver a Dios de tal manera que solo se puede hablar en términos de metáfora y símil. ¿Cómo te acercas a un Dios que es completamente «otro» y terriblemente santo? Lo que se necesita es una especie de «intermediario», alguien que sea capaz de cerrar la brecha del infinito y presentarnos a Dios de tal manera que se pueda lograr la intimidad sin comprometer la pureza de Dios o provocar nuestra desaparición. La buena noticia es que tal existe y se presentará en el próximo capítulo: el León, que es el cordero.

En segundo lugar, es un mar de vidrio, claro como el cristal. En la Biblia, el mar a menudo representa caos, rebelión y confusión. El mar es oscuro y rebelde, agita sedimentos, arroja escombros, detritos e incluso cadáveres en sus costas. Esto describe los efectos de las obras de Satanás en el mundo, además de ser una imagen del mundo organizado en oposición a Dios (Isaías 57:20). Es por eso que en la tierra las cosas parecen tan inciertas e impredecibles con crisis económicas, guerras, hambrunas y enfermedades. Como resultado, somos arrojados como restos flotantes y desechados y nos desorientamos por todo esto. Pero no Dios, y desde donde él gobierna, no existe tal mar, un mar de rebelión e incertidumbre. El mar que existe ante él es tan liso y sólido como una hoja de vidrio.

También es tan claro como el cristal, es decir, totalmente transparente, por lo que no hay nada siniestro acechando en sus profundidades, un Leviatán listo para saltar y hacer daño (Job 41 / Apoc.13). Es un gran consuelo saber que esto es así. Un día, como muestran los últimos capítulos de Apocalipsis, toda la creación estará en este estado («no había mar») cuando venga su reino y se haga su voluntad en la tierra como en el cielo. Dios está completamente compuesto y completamente en control.