Nuestra Posición Espiritual – Sentados con Cristo (Efesios 2:1-10)

Ayer, reflexionamos sobre nuestras posesiones espirituales en Cristo donde descubrimos que nuestras riquezas espirituales como creyentes no se comparan a nada en este mundo. Aprendimos que pertenecemos a Dios y que nuestra salvación no tiene precio. Hoy reflexionamos sobre nuestra posición espiritual en Jesús. Pablo recuerda a los creyentes de la iglesia de Éfeso su condición anterior de pecado (1-3). Les dice que estaban muertos en sus pecados al seguir los caminos del mundo. Estábamos bajo la influencia de Satanás que controlaba nuestras vidas y nos   llevaba a gratificar los deseos de la carne. Simplemente significa, como los Efesios, que aquellos que hoy siguen los dictados de los deseos de la carne y se someten al gobernante de este mundo están espiritualmente muertos. Estar espiritualmente muerto significa estar condicionado a pecar a voluntad y sucumbir a toda manipulación de Satanás para desobedecer a Dios. Por lo tanto, nos convertimos en enemigos de Dios. 

En el verso 4, Pablo introduce la palabra 'pero' que denota un cambio radical. Estando en ese estado de «muerte», dijimos «sí» a Jesús, Dios nos dio vida con Cristo (2:5) y nos sentó con él en los reinos celestiales (2:6). En consecuencia, fuimos rescatados de esa vida de súbditos subyugados al pecado.

De este pasaje se desprenden dos implicaciones:
Una, que no somos ciudadanos de este mundo. Hemos sido trasladados del reino de Satanás y hechos ciudadanos del reino celestial. Esto significa que hemos experimentado un reposicionamiento en Cristo Jesús. Tal reposicionamiento exige que vivamos en lealtad a nuestro nuevo Rey, Jesucristo. Este es un llamado a cada creyente, de todos los continentes, para que se dé cuenta de que nuestras vidas deben mostrar una diferencia en la forma en que vivimos. Juan dice: No améis al mundo ni a nada de lo que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él (1 Juan 2:15). Debemos desconectarnos del mundo y decir no a todos sus atractivos y permanecer comprometidos con Jesús. Prácticamente, esto nos habla de no involucrarnos en vicios como la corrupción que tiene como motor el amor al dinero. Reprende todas las formas de inmoralidad sexual como la fornicación, el adulterio y la pornografía. Nos pide que nos desvinculemos de las perversiones sexuales en todas sus formas, que pretenden justificar o dar un nuevo sentido a las escrituras para aprobar un comportamiento sexual inmoral. Condena igualmente la búsqueda de recursos en prácticas culturales como las que se ven entre algunos creyentes en varias partes del mundo mayoritario, como la poligamia, el culto ancestral y todas las formas de sincretismo. 

En segundo lugar, estar sentado con Cristo nos recuerda que, aunque estemos aquí en la tierra, pertenecemos al cielo (2:6). Jesús dice en su oración a sus discípulos en Juan 17:15-16, Mi oración no es que los saques del mundo, sino que los protejas del maligno. No son del mundo... Esta realidad está afirmando que tenemos una posición única como creyentes que requiere que poseamos una perspectiva centrada en Dios y en lo que le agrada, en lugar de las distracciones del mundo. A veces nos preocupamos demasiado por lo que los demás piensan de nosotros, por la importancia de nuestros puestos, por lo que poseemos o no poseemos, por quién nos quiere y quién no, etc. Este mundo y la vida que vivimos son temporales. Nosotros, como creyentes, somos forasteros que se dirigen a nuestro hogar celestial. Por lo tanto, se nos desafía a vivir cada día a la luz de la eternidad, con el cielo en perspectiva, de acuerdo con los dictados de los mandatos de Dios. 

En conclusión, cada uno de nosotros debe preguntarse en dónde estamos posicionados. ¿En Cristo o en Satanás? Si nunca has tomado una decisión por Cristo, esta es tu oportunidad de aceptarlo como tu salvador para que, como los efesios, y todos los creyentes, Dios pueda perdonarte y elevarte para estar sentado con Cristo en el reino celestial.  

Ministro: Rev. Evans Omollo - Asistente del Preboste de la Catedral de Todos los Santos, Nairob.