Nuestras Posesiones Espirituales en Cristo - Efesios 1:4-14

Es un gran placer para el equipo de la Catedral de Todos los Santos, Nairobi, ser parte de los que comparten reflexiones este mes en el período previo a la celebración del Domingo de Gafcon el 27 de junio de 2021. En nuestra serie de esta semana, tengo la intención de llevarnos a través de un viaje del libro de Efesios con el fin de ayudarnos a descubrir tres cosas; a saber, nuestras ricas posesiones en Jesucristo, nuestro posicionamiento único como creyentes en Jesucristo y nuestras divinas responsabilidades espirituales como embajadores de Dios. En estas reflexiones afirmamos que descubrir quiénes somos como discípulos de Jesucristo nos permite comprometernos fiel y urgentemente a proclamar el Evangelio en una época en la que lo políticamente correcto domina todas las esferas de la vida. Esta proclamación fiel garantizará que la Iglesia se fundamente en la fe ortodoxa que se nos ha transmitido y que figura en los documentos del Gafcon. 

Ministro: Rev. Evans Omollo - Asistente del Preboste de la Catedral de Todos los Santos, Nairobi

En Efesios 1:4-14, Pablo nos ayuda, como a la Iglesia de Éfeso, a ver las increíbles riquezas que poseemos como consecuencia de nuestra fe en Jesucristo. Enumera al menos once bendiciones espirituales que todo creyente posee en Cristo Jesús. En resumen, proponen dos cosas:

Una, que pertenecemos a Cristo. Dios nos eligió (vs. 7) y nos selló por su Espíritu Santo (vs. 14) para ser suyos. Esto nos pone en una posición única como hijos de Dios. Cada creyente debe darse cuenta de que es especial, independientemente de su edad, antecedentes culturales, profesión, posición en la sociedad o errores del pasado. Puede que nuestras familias nos rechacen, que el mundo nos juzgue, que nuestros enemigos no nos quieran, pero la verdad que se revela aquí es que Dios nos ama y nos ha aceptado como suyos. Nos posee en su hijo Jesús. Esto significa que nadie puede arrancarnos de las manos de Dios. Su amor y su gracia nos sostienen con fuerza. Mientras buscamos crecer en nuestra fe como creyentes para alcanzar la plena madurez en él (cf. Efesios 4: 12-13), debemos descubrir las riquezas que Dios nos ha prodigado, tal como las enumera Pablo en este pasaje. Ese descubrimiento nos dota de confianza para vivir una vida santa y recta en los contextos sociales en los que Dios nos ha colocado. Vivimos para agradar a Dios y no a la gente. Por eso, los creyentes en contextos donde son perseguidos por su fe deben mantenerse firmes y estar dispuestos a ser confiables con Jesús sin importar las consecuencias. Al igual que Pablo, debemos descubrir que para ganar algo, debemos perder algo (cf. Fil 3:7-8). Pablo estaba dispuesto a perder el orgullo que le proporcionaba su herencia judía para poder ganar a Cristo y ser encontrado en él.

Dos: Nuestra salvación no tiene precio. Pablo nos recuerda aquí las riquezas espirituales que poseemos como resultado de nuestra fe en Jesús, recibida por la gracia de Dios. Estas riquezas son incomparables con cualquier otra cosa que el mundo pueda ofrecer. Por eso dice en Filipenses 3:7-8 que ...lo que era de provecho lo considero ahora pérdida por causa de Cristo. Es más, todo lo considero pérdida comparado con el incomparable valor de conocer a Jesús, mi Señor.... Las palabras de Pablo aquí se entienden mejor en el contexto de la creciente falsa creencia en las posesiones materiales que ofrece el mundo. En varias partes del mundo, sobre todo en Occidente, hay abundancia de recursos que en muchos sentidos sirven de distracción para el compromiso fiel con los caminos del Señor. Aunque las riquezas son beneficiosas para la humanidad en muchos aspectos, nunca deben distraer nuestra atención ni comprometer nuestros compromisos con el Señor Jesús. El mundo mayoritario -África, Asia, América Latina y partes de Oceanía-, con una creciente presencia de la pobreza, se ve igualmente interpelado por estos versículos, que, aunque carezcan de las riquezas del mundo, están sin embargo enormemente dotados espiritualmente si se han entregado a caminar fielmente con el Señor.