Cristo habló de su cuerpo como un templo

Orígenes nació en Alejandría hacia el año 185. Su padre, un erudito bíblico y maestro, fue ejecutado por el estado cuando Orígenes era todavía un joven por negarse a renunciar a Cristo, y toda la propiedad de la familia fue confiscada.  Continuó sus estudios bíblicos y de filosofía griega en Alejandría y más tarde abrió su propia escuela en Cesarea. Escritor prolífico, escribió numerosos comentarios a las Escrituras y cerca de 2000 tratados sobre teología y oración.  Orígenes fue encarcelado en el año 250 durante la persecución de Diocleciano y más tarde murió a causa de sus heridas, como mártir de Cristo.

En este episodio, los judíos estaban enojados por su expulsión de la gente que estaba convirtiendo la casa de su Padre en un mercado.  Así que pidieron una señal que justificara sus acciones, una señal que demostrara que el Verbo de Dios, al que se negaban a aceptar, estaba actuando correctamente. La respuesta del Salvador combina una declaración sobre el Templo con una profecía sobre su propio cuerpo, pues en respuesta a su pregunta: «¿Qué señal puedes dar para justificar tu conducta?», dice: «Destruid este templo y en tres días lo levantaré».

De hecho, considero que tanto el templo como el cuerpo de Jesús pueden verse juntos como un tipo de la Iglesia. En efecto, la Iglesia está siendo edificada con piedras vivas; está en proceso de convertirse en una morada espiritual para un sacerdocio santo, levantada sobre los cimientos de los apóstoles y profetas, con Cristo como su principal piedra angular. De ahí que lleve el nombre de ‘templo’.

Por otra parte, está escrito: Vosotros sois el cuerpo de Cristo, e individualmente miembros de él. Así pues, si incluso la armoniosa alineación de las piedras parece destruirse y fragmentarse y, como se describe en el salmo veintiuno, todos los huesos que componen el cuerpo de Cristo parecen dispersarse por ataques insidiosos en las persecuciones o en los tiempos de angustia, o por aquellos que en los días de persecución socavan la unidad del templo, no obstante, el templo será reconstruido y el cuerpo resucitará al tercer día, después del día del mal que lo amenaza y del día de la consumación que le sigue. Porque el tercer día amanecerá sobre un nuevo cielo y una nueva tierra cuando estos huesos que forman toda la casa de Israel sean resucitados en ese gran día del Señor, cuando la muerte haya sido derrotada. Así, la resurrección de Cristo, realizada después de su sufrimiento en la cruz, abarca el misterio de la resurrección de todo su cuerpo.

En efecto, así como el cuerpo físico de Cristo fue crucificado y sepultado, y después resucitó, del mismo modo todo el cuerpo de los santos de Cristo ha sido crucificado y ya no vive con su propia vida. Pues cada uno de ellos, al igual que Pablo, no se jacta de otra cosa que de la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la que él mismo ha sido crucificado al mundo, y el mundo a él. Pero cada cristiano no sólo ha sido crucificado con Cristo y crucificado al mundo; también ha sido sepultado con Cristo, como nos dice Pablo: Hemos sido sepultados con Cristo. Pero como si ya estuviera en posesión de alguna prenda de la resurrección, Pablo continúa diciendo: Y nosotros hemos resucitado con él.

Orígenes

Isaías 28:14-17
Juan 3:13-22